miércoles, 25 de abril de 2012

Jaime Sastre

(Foto cortesía de Fortunata )

Tintes


Y castiga sin postre al gigante que hace pucheros desconsolado. Después visita la celda de la bella durmiente y le inyecta una dosis más de somnífero, mientras resiste la tentación de besarla. Sigue la ronda con la madrastra, aprieta diligente las correas de su cama y la deja balbuceando incoherencias frente al espejo del techo. Bosteza con desdén y se dirige a sus aposentos con la ayuda de un candil, mientras deja atrás los lamentos de la mazmorra. Con la satisfacción de haber hecho sus tareas diarias, se queda dormido releyendo la Biblia, preguntándose otra noche por qué no habla de príncipes azules como él.



Jaime Santamaría - Microrrelatos perdedores (o no)

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